viernes, 5 de diciembre de 2008

La reproducción
Muchos pájaros no se reproducen hasta la llegada de la primavera, sin embargo el periquito se aparea y cría en cualquier época del año, le es indiferente la estación en la que nos encontremos. No obstante, nosotros como cuidadores, debemos proporcionarles unas condiciones adecuadas para la cría, y lógicamente una temperaturas muy bajas típicas del invierno no son las condiciones más recomendables. Lo ideal es colocar el nido para los meses de marzo o abril.

Como ya tenemos claro que nuestra pareja es realmente una pareja y que ya está establecida, si la cosa va bien veremos que el macho se vuelve inquieto y travieso, cantando alegremente y saltando de un saltador a otro, se acercará a la hembra, se alejará y regresará rápidamente, mientras se aproxima a la hembra irá cantando y veremos como se le estrecha la pupila, dilatándose casi al punto de manera muy rápida. Todo va según tiene que ir, pero falta el apareamiento. Cuando llegue el momento ella aceptará el cortejo del macho y se mostrará dispuesta, la veremos levantar la cola y reclinar la cabeza hacia atrás, toda una invitación que el macho no desaprovechará, colocará una de sus patas sobre la espalda de ella y un poco a lo torpe irá picando sobre ella mientras coge la postura para montarse encima, la cubrirá con una o las dos alas, mientras irá regalándole besitos continuamente, y entonces las cloacas de ambos entrarán en contacto y él depositará su semen en ella. Pueden estar apareándose durante tres o cuatro días.

La hembra empezará a entrar en el nido, entrará y saldrá, poco a poco empezará a pasar más tiempo dentro, hasta que ya apenas la veamos salir del nido más que para hacer sus necesidades (las hará en gran abundancia) y comer algo. Esto significará que va a empezar la puesta de los huevos, una pareja normal y en perfectas condiciones pone una media de 4-9 huevos. No siempre de todos los huevos saldrá un polluelo, sobretodo si la pareja es primeriza. Los huevos que están fecundados tienen un color más rosáceo y los que no lo tienen más blanco, el color es más clarito respecto a los fecundados.
Puesta e incubación
Hemos dejado a nuestra hembra dentro del nido, sus salidas se van haciendo menos y menos frecuentes, hasta que al fin, a los diez o doce días de haber entrado al nido pone el primer huevo, que incuba desde el primer instante.

En días alternos irá poniendo el resto de huevos hasta concluir la puesta, esto quiere decir que si el primer huevo lo pone un lunes, el segundo será para el miércoles y el tercero para el viernes, así sucesivamente, aunque debido a bajas temperaturas o a algún otro factor, los plazos pueden alargarse. La incubación corre por entero a cargo de la hembra, que apenas sale del nido más que para comer, y si su "esposo" es bueno, será él quien se ocupe de este menester.

El macho se asomará al nido, la llamará y ella subirá y asomará la cabeza por el orificio, abriendo el pico, donde el macho depositará amorosamente la comida que ha preparado en su buche. Tampoco es raro ni debemos preocuparnos si el macho entra en el nido para alimentar a la hembra, así mismo, es también normal que alguna hembra no tolere que el macho se quiera meter hasta la cocina y lo quiera echar a patadas, o más bien, a picotazos.

Es muy curioso observar a una periquita empollando, ya que está con las plumas erizadas cobijando por completo a los huevos. No hay que molestarlas cuando incuban, por lo menos excesivamente, mi experiencia me ha demostrado que hay hembras que aceptan mejor que otras que saciemos nuestra curiosidad abriendo la tapadera del nido, pero es mejor no abusar, ya que sino podemos ocasionar que abandone la nidada o que incluso rompa los huevos.

Nacimiento de los polluelos
La eclosión varía de acuerdo con la estación del año, oscilando entre los dieciséis a diecinueve días. En esta fecha nace el polluelo del primer huevo y con un día de intervalo o dos van naciendo los demás, esto se debe a que la puesta de los huevos las hace también en días alternos. Los polluelos que nazcan primero, con su calor, contribuirán de manera indirecta a la tarea materna, incubar.

Desde el primer instante chillan con una estridencia semejante a la del ratón, siendo gracioso oírlos. De esta manera se sabe que en el nido ya hay recién nacidos. Nacen sin plumas y con los ojos cerrados, los cuales no abren hasta el séptimo u octavo día de su existencia.
Durante la primera semana la madre les alimenta con lo que se llama “leche de periquita” que es una sustancia que segregan cuando están criando y en ningún caso puede ser reemplazada por la papilla de la cría a mano, ya que contiene nutrientes indispensables para el desarrollo del polluelo.
Mientras tanto les va naciendo un plumón de color blanco-ceniciento, que más adelante desaparece para dar paso al definitivo y verdadero plumaje. Si os fijais, podréis observar que las crías tienen abultada la parte del cuello, no os alarméis porque eso es el buche.



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